Centinela-Sábana-Colorado
Otra vez vino Gustavo de visita y, después de haberlo llevado al Aseret, tenía que ofrecer algo de buen nivel…
Como siempre con la anticipación vinieron la sobre-planificación. Y con los planes, los cambios de planes. Por razones varias terminamos acotando el proyecto de hacer una travesía (ese fue el pedido) de dos días a algo de un sólo día. Como el tiempo no acompañaba mucho tampoco, se limitó a algún lugar relativamente conocido y no tan expuesto: la travesía del Centinela al Colorado, pasando por el Sábana.
La había hecho una vez en el sentido inverso, perdiéndome al bajar por el Centinela, así que le agradezco a Santiago por pasarme el track para ascender desde ahí. Fue mucho más fácil ubicando la senda correcta! Como aquel día hace tanto tiempo tardamos una barbaridad de horas, le pedí a Gustavo pasar a buscarlo “medio temprano”, lo que nos parecía razonable a ambos. Claro que se puso un poco pálido cuando aclaré que sería pasar por su cabaña a las 6am.
Así que ahí salimos de noche aún, con la fresca y los conejos encandilados en la ruta. Mientras viajamos le cuento, más o menos, a donde vamos: a subir a un tal cerro Centinela o Milico. Más detalles no di… A las 7 estamos listos en la tranquera de Gendarmería, valle de Quilanlahue. El toro estuvo inmóvil todo este rato que tardamos en prepararnos, pero por las dudas le aclaramos que sí, que cuide el auto, y que muchas gracias.
Cumplidas las formalidades largamos para arriba y aunque abajo arrancamos de alguna huelal equivocada (hay muchas), en seguida nos encarrilamos en la correcta que es una autopista. El aire estaba frío pero vamos subiendo muy rápido y ya entramos en calor. El sol del amanecer ya prometía lindas fotos.
La senda se separa cada vez más del lomo por donde había intentado subir (sin éxito!) una vez con amigos. Pero ya la revisé ayer en los mapas, y sigue muy pisada y marcada en los árboles, da mucha confianza. Al rato encontramos una pareja de pájaros carpinteros que ni bola nos dieron – hasta que me quise acercar demasiado para la foto, y los espanté. Me queda esta otra imagen, que no es de la casa del poblador sino intentando fotografiar unos pajaritos que nos dan vueltas alrededor nuestro (salió fuera de foco).
Al rato ya estamos por dejar de ver el valle, pero la última vista ya promete cumplir el pronóstico que revisé antes de salir… “lloviznas matutinas”. A poquitos kilómetros ya está lloviendo, y nosotros… seguimos cada vez más alto. La idea es ponerle el pecho a eso que se viene, si es que a la tarde va a estar lindo!
Hay poco viento y esa lluvia tarda un rato en llegar. Cuando llega estamos en el bosque y no sólo ni nos moja, sino que nos regala una imagen medio mágica que la cámara ni puede capturar… entre risas y selfies para salir con el arco iris, pensamos cómo nos vamos a mojar afuera del bosque…
A la salida del bosque parece que la nube de lluvia está justo encima nuestro. O alrededor nuestro. Y la diferencia entre quedarnos en las lengas o salir al filo es como abrir y cerrar la ducha, así que decidimos una movida estratégica: hacemos huevo 15 minutos bajo los árboles, esperando que pase (si pasa) la lluvia. Por suerte sale bien, al rato llueve menos y mientras vamos saliendo la visibilidad también mejora.
Por eso vale la pena salir también con tiempo dudoso… las imágenes entre las nubes tienen un condimento que le falta al cielo azul. Al menos mientras uno no esté adentro de la nube.
Seguimos subiendo por los filos, ya sin sendero y cada tanto con alguna caña o pirca… pero al rumbo, con la cumbre a la vista. Poco más de dos horas y media despúes de salir ya estamos en la cumbre principal.
El paseo, hasta acá, impecable.
Estamos todavía frescos, rodeados de nubes, y Gustavo cuenta que estuvo muy lindo el ascenso. Y todavía hay tiempo de bajar y volver a hacerse un asadito! Pero igual ahi le cuento que acá no se acaba…. que si se anima, nos vamos a este cerro que tenemos enfrente: el Cerro Sábana, que esta lindo porque no tiene una senda directa desde la ruta, va poca gente y blah blah…. No hace falta mucho para convencerlo, tiene tantas ganas de caminar como yo.
Después de descansar un rato, picar algo y sacar una montañita de fotos, bajamos al portezuelo entre los dos cerros y subimos al Sábana. Huella no hay mucha, ni hace falta. Fuimos rápido hacia abajo, y un poco más lento para arriba pero llegamos con ganas a la cumbre; van recién cuatro horas, un regalo. Para volver faltaría subir al Centinela de nuevo, dice Gustavo, pero igual estamos en el centro de vuelta temprano… como para irse a una casa de té a empacharse de tortas.
Ahí tiro todas las fichas que quedaban: mi idea nunca fue volver por el mismo sendero! Ahí más lejos está el Colorado, que Gustavo igual también quería subir… Por qué no vamos y le hacemos cumbre, y bajamos por su senda hasta la ruta? Eso si, cancelá asado y casa de té. Y daaaaaaaale.
Nos sacamos dos o tres fotos más y caminamos la cumbre, que es larga y tiene más de una pirca.
Mientras Gustavo intenta (otra vez) almorzar algo, yo ya estoy hinchando de nuevo para movernos. Eso que viene detrás nuestro es una nube cada vez más baja, y cuando llegue no sólo puede llovernos en pleno filo sino que se puede complicar encontrar la senda al Colorado.
El frío de la humedad de la nube ya se siente, así que salimos al raje.
Entramos al rumbo al bosque bajo el Sábana, y a diez pasos ya encontramos una senda. Baja rápido del morro donde estamos, y hay una bifurcación que no estaba en mis planes… seguimos por la que pierde menos altura, hacia la izquierda… en un bosque lleno de amancays.
A esta altura se empiezan a complicar los planes. Primero, empiezo a notar que estamos “al revés”, como se ve en la foto: la montaña debería estar a nuestra izquierda! Llegamos a un cañadón y parece que vamos a cruzarlo… pero no, la senda sigue bajando. Y bajando.
La llovizna es ahora lluvia. La senda se cierra apenas, pero los arbustos y el achaparrado ya mojados que hay en algunos tramos nos empapan. Y la senda baja…. Con las nubes no se ve ningún cerro, no se si apuntamos al Colorado o cualquier lado.
El GPS muestra que vamos en cualquier rumbo, como bajando al Lolog! La senda está buenísima pero no es la que nos sirve. Ya estoy pensando que si no encontramos la verdadera huella, vamos a tener que subir con lluvia y viento en contra otra vez el Sábana y el Centinela…
Volvemos para atrás con idea de subir de nuevo a las piedras y tratar de mirar el paisaje. Ahí nos damos cuenta que la bifurcación que tan incorrecta parecía en realidad era justo el camino que teníamos que tomar! Para mejor, no pasan cinco minutos de caminarla y deja de llover y empieza a asomar el sol. En la joda de equivocarnos de senda perdimos casi una hora.
El bosque entre el Sábana y el Colorado es largo pero cuando finalmente salimos estamos secos y ya no hay tanta nube. Mirando atrás llegamos a ver las dos cumbres por donde ya pasamos.
Al llegar a la cumbre del Colorado parece que hubiéramos llegado al centro… llena de gente la cumbre, discutiendo si llegaron en una o en dos o en tres horas. Mi reloj dice que llegamos en siete y media, pero quién me quita lo caminado!
Otra vez volvemos a comer algo… sin apuro esta vez. El plan de seguir caminando y llegar hasta laguna Rosales se lo digo en joda, pero Gustavo casi me cree.
Todavia nos falta un buen tramo porque hay que volver a Quilanlahue, así que bajamos por la senda del Colorado (conociendo tramos nuevos ya que no había venido desde que la re-inauguraron).
La parada en el mirador es obligatoria (porque no paramos ahi durante el ascenso), y es casi la última vista de los otros dos cerros que caminamos.
La bajada no se hace muy larga, vamos bastante rápido.
Lo que sigue sí es largo… caminamos desde el inicio de senda del Colorado hasta el fondo de Quilanlahue, son más de 7km agregados que podrían completamente omitirse! Los pies querían salir de las botas y las piernas no querían caminar ni un paso más, pero a la fuerza hubo que llegar. Por lo menos pudimos volver a ver este valle, que mientras amanecía no habíamos apreciado del todo, y nos encontramos de casualidad con este personaje…
Después de mas de diez horas llegamos al fin al auto y podemos volver a casa, sucios, cansados y contentos…
No pueden faltar las estadísticas y el mapita… que muestra la curva más bien absurda donde perdimos una hora en el bosque mientras nos empapaba la lluvia:
Max elevation: 1885 m
Total climbing: 3689 m
Total time: 10:23:29