Falkner: Hike & Fly

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Se siente raro volver a escribir en Senderos. Esta es la primer publicación en casi 4 años! O eso dice el sitio… luego de perderse en el limbo, recuperarse de un backup incompleto y haberse perdido irremediablemente las últimas entradas. Casualmente lo último que recuerdo escribir coincidía con mi inicio en esta actividad de la que me hice tan adicto: volar en parapente. Y así como en estos años empecé a volar, también Senderos se se adaptará… a aventuras que incluyan vuelos. Qué mejor manera de empezar con con un Hike & Fly a uno de los cerros más lindos de la zona.

Foto desde casi la cumbre – despegando y volando. Para seguir leyendo!

Con varios años de caminar y amar la montaña, no podía dejar pasar la oportunidad de subir un cerro… y volarlo! El Falkner me atrae mucho, subí diferentes picos y en diferentes condiciones (hasta la travesía de punta a punta que hicimos en 2016, que está en este blog). Pero volarlo… aún no lo había hecho. No se a quién se le ocurrio venir, pero desde que lo propusieron la idea quedó fija y sólo el clima podía cancelarla.

Convertimos un lunes en domingo, con el pronóstico perfecto para subir. Así es que a las 9am, con poca luz y una luna que no se quiere ir, ya estamos empezando a caminar desde el camping del Villarino. Gastón, Tomy, Pau, el Pana, Fabri, yo… y nuestras seis mochilas.

Bruta helada

Aunque el termómetro marcara -7C, esa sensación usual de “que hago acá con el frío que hace” no la sentía. La idea de volar desde la cumbre empujaba para arriba como una térmica. Salimos con buen humor a la senda, abrigados y entre risas.

En los primeros minutos de la senda me fui acordando cada tramo; no hace tanto la habíamos subido con Fabricio. Una diferencia importante hoy contra otras veces que vine era la temperatura. Las bostas en el sendero eran como rocas que mejor no chocarse.

El Peñascoso al fondo con el primer rayo de sol

A poco de subir ya vemos desde arriba las nubes perezosas en los valles y los lagos; que todavía no reciben ni un poco de sol, ni de viento… el aire está totalmente calmo. Mientras subo decido que esta salida va a traer este blog de nuevo a la vida, y me voy anotando en la cabeza detalles que voy contar. Aún estamos bajos, pero el hielo y el amanecer ya hacen de los tres valles que vemos una postal. Yo voy anotando recuerdos en la cabeza y me voy arrepintiendo de no tener la cámara de fotos, que siempre me acompaba a estas salidas.

Amanecer y helada

La realidad me avisa que no tengo que arrepentirme; si no traje cámara como siempre hago es porque no traje ni un gramo de más. Ni en comida, ni agua, ni mucho menos la cámara. Tengo una mochila más pesada que lo normal, unos 15kg, y es lo mínimo para llegar arriba abrigado… y bajar volando! Esa es la otra diferencia importante con cualquier otra vez que haya hecho esta senda. Mi mochila carga una nave, un trapo mágico, esta maravilla tecnológica que nos permite volar, y que se carga (casi) cómodamente en la espalda.

El precio de no traer más peso se paga también en no traer bastones; y voy patinando en cada tramo nevado del sendero; ya pisado por días anteriores y nosotros mismos, que en momentos es suficientemente empinado, duro y resbaloso como para manotear cada caña al costado del sendero para no irme para abajo.

Capas de aire y agua

El los cañaverales y a medida que vemos el Norte y el Este nos llega una brisa importante y se nos llena el pantalón de preguntas. Si ya está soplando a esta altura, qué va a ser en la cumbre? Pero los lagos y los valles están planchados, aceite. Las nubes de la mañana no se mueven; la bruma del agua parece dibujada.

El inicio del bosque

La senda del Falkner tiene un tramo bastante largo entre cañaverales, que a pesar de la nieve dura se hizo mucho más agradable que en verano, cuando uno va levantando polvo en cada pisada y pareciera que las cañas emitieran su propio calor. Lo más lindo de este sendero es, para mí, el momento de la transición al bosque: es un instante; se acaban las cañas y uno está bajo las lengas, en otro mundo.

Enganchando los mochilones en el achaparrado

Y este bosque, hoy, es aún mas lindo. La nieve es poca, si pensáramos en esquiar; pero también nos deja caminar cómodos. El único obstáculo es, bueno, el que cargamos nosotros mismos en la espalda. Mis piernas no son muy amigas de la mochila, y la diferencia con ir liviano es grande. Apenas pasamos la mitad del cerro y se siente el cansancio y uno se va a haciendo todas esas promesas de que va a entrenar más; que ya ni hace falta repetirlas para que nadie se ría.

Se acaba el bosque, y las piernas

A las 11am y a 1700m estamos ya en lugar despegable. El Plan A era la cumbre, pero tenemos un viento cruzado y arrachado de tal vez 15km/h… y muchas dudas. Arriba puede estar más fuerte, faltan 250m de desnivel y no queremos subir si hay riesgo de no volar. Tampoco queremos perder la posiblidad de volar si está subiendo de intensidad y el momento para despegar es ahora… Decidimos descansar un rato (gracias!) y ver si está cambiando la condición.

A 1700m. Muy poca nieve y muchas dudas. El grupo se ve apenas a la izquierda, de donde tambi´én viene el viento

Luego de un rato sigue igual pero la pausa sirvió para tirar todas las opiniones y especulaciones posibles. No faltan teorías; pero al menos hay un consenso. La conclusión es que el pronóstico no daba viento en altura; que el viento parece venir de detrás del cerro y se entuba por un cañadón que tenemos abajo; que no debería subir de intensidad en el día…. y que vamos a seguir subiendo!

Así que en un último empujón que no se si duro media o una hora, subimos el filo bordeando la nieve y aprovechando cada piedra. Cada tanto miramos un posible despegue… que siempre miran hacia las ollas porque es de donde viene el viento. Si es que se nos deja despegar!

Ultimo tirón hasta lo que vemos como un despegue – en la foto marcado de donde despegamos

Decidimos seguir hasta… que no haya más cerro, viendo un planchón bien nevado y bien orientado al viento — o eso creemos. Yo pensando que si no volamos, no se cómo voy a bajar… porque piernas de repuesto tampoco traje, y mi idea es que lo que llevo en la mochila me baje a mí, y no a la inversa.

No caminamos mas! (Si despegamos)

Pero llegando al despegue está ideal. El viento más suave que abajo; enfrentado; el despegue con una pendiente ideal… para festejar. Nos relajamos y armamos el equipo sin esperar mucho. De lo que me arrepiento, ya que con la emoción de volar no me quedé a disfrutar del paisaje… En pocos minutos estaban las velas armadas, las cámaras… yo con campera, guantes, y otra campera y otros guantes. Y sin cámara; mi GoPro no quiso encender y no grabé el vuelo.

Despegue de lujo

Arriba quedó el bastón improvisado de caña que junté por el camino; convertido con un papel higiénico en una manga. Despegamos todos perfecto, en una condición ideal, y cada uno hizo la suya en vuelo con este aire quieto.


Despegando. Gracias Pau por filmar!

Como siempre, grabo la senda y las estadísticas…. Tres horas para subir 1000m, hasta los 1960m de altura y disfrutando de la montaña a cada paso. Catorce minutos para bajar, grabando tanto paisaje como se pudo en la memoria. Los tracks, bien diferenetes… la senda normal para subir, la senda que uno quiera para bajar.

Varias noches despúes aún estoy editando fotos y escribiendo este blog, extendiendo el disfrute de seguir viviendo esa experiencia. Estoy feliz de haber encontrado esta actividad increíble; también agradecido a este grupo de locos con al mejor onda con la que se puede compartir estas aventuras…

Y también, por supuesto, mirando el pronóstico del próximo fin de semana.